EL ECO DEL SILENCIO

jueves, 29 de diciembre de 2016

CUATRO EXTRANJEROS EN LA BARCELONA ROJA

Aunque España siempre ha atraído la atención de los eruditos extranjeros desde los románticos aventureros del S. XVIII, fue durante el convulso período que va de proclamación de la segunda República al triunfo del frentepopulista en el '36 y la posterior guerra, cuando un buen número de observadores de diferentes paises; periodistas, fotógrafos, escritores, antropólogos o sociólogos, generalmente de izquierdas, se dedicaron desde el terreno a escribir sus impresiones.

En mi opinión los cuatro más destacados y cuyos trabajos respectivos son los más correctos e inquisitivos fueron H. E. Kaminski, George Orwell, Franz Borkenau y Burnett Bolloten.
Todos tienen varias cosas en común (al margen de lo obvio: su obra al respecto) los cuatro estaban en España al inicio de la contienda y sus descripciones del furor revolucionario en Cataluña son deslumbrantes. El más conocido y citado sin duda es el bucólico y potente pasaje de Orwel "Por primera vez en mi vida me encontraba en una ciudad en la que la clase trabajadora llevaba las riendas, todos los edificios estaban en manos del proletariado y cubiertos con banderas rojas o rojinegras los templos habían sido destruidos o incautados, [...] camareros y clientes se miraban por primera vez a la cara como iguales, las formas serviles habían desaparecido, nadie decía 'Usted', 'don' o 'señor', todos se trataban de 'tú'' y decían 'Salud' [...]", no menos interesante es la observación de Kaminski en Los de Barcelona, "[...] En todas las casas, en todas las paredes, en todas las vestimentas, en los coches y vagones, en cualquier sitio se ven frases y dibujos alusivos a la lucha contra el fascismo [...] esta propaganda no se ve organizada ni artificial, no procede de ningún 'ministerio', surge del fondo del alma del pueblo [...]"; por su parte en su Reñidero español, Borkenau, mucho más analista y calculador (en 1929 se fue del Partido Comunista Alemán, KPD ante la deriva ideológica estalinista) escribe: "[...] Talleres y fábricas socializados, ausencia de policia, sacas y ejecuciones sumarias, el pueblo armado por las calles ... ¿Acaso no es eso a lo que se llama 'revolución'? [...] los comunistas desde el primer día tras la victoria comenzaron a plantear demandas económicas, tales como pensiones para las viudas de los caídos en la combate, los anarquistas por el contrario no dijeron una sóla palabra acerca de jornales, salarios, pensiones u horas de trabajo, argumentan que todo sacrificio ha de estar supeditado a la Revolución sin esperar recompensa [...]". Sobre este asunto profunizo Bolloten ya en su primera versión de El gran engaño, desde una perspectiva más amplia  apunta ya en el principio lo que será su leiv motiv: "A pesar de que el estallido de la guerra fue seguido de una amplia Revolución social en el bando antifranquista -en muchos aspectos ms profunda que la soviética en sus inicios- millones de personas fuera de españa fueron mantenidas en la más completa ignorancia, gracias a una política de duplicidad y engaño sin parangón en la historia"

Entre los textos de los cuatro se puede ir trazando una excelente composición de lugar sobre lo que fueron los primeros momentos y cómo llegaron a muchas conclusiones que las que los mismísimos sucesivos gabinetes ministeriales republicanos jamás demostraron atisbar siquiera..
Homenaje a Catalunya de Orwell es, de los cuatro, el más famoso gracias al reconocimiento por sus numerosos ensayos y obras divulgativas como1984 o Rebelión en la granja. Orwell vino a España a "matar fascistas porque alguien tiene que hacerlo", fue de los pocos que tuvo la agudeza de ver como nuestra guerra no sería más que el preludio de una guerra mundial contra los fascismos, llegó con las brigadas internacionales gracias a los auspicios del Partido Laborista británico (pese a no estar afiliado) y fue asignado al POUM, aunque tiempo después declararía que de haber conocido mejor entonces la situación política española se habría unido como miliciano con la CNT. El éxito del libro revivió el interés por los citados sucesos de mayo en los que, bajo una capaña emprendida por un recién creado PSUC, llegaría el imperio de terror de la GPU (Administración Política del estado, policía secreta soviética luego conocida por NVDK) durante esas cainitas jornadas el POUM fue físicamente eliminado y su líder Andreu Nin secuestrado, torturado y asesinado por 'técnicos' rusos como Gëro y la comnivencia de destacados miembros del gobierno, como el jefe de la aviación Hidalgo de Cisneros, en cuyo chalet se realizó el crimen. Por su lado la CNT, cuyo comportamiento durante la lucha fue fuente de escisiones y controversia, también perdió gran parte de su hegemonía y credibilidad en este conflicto; se vio en una de las más duras disyuntivas de su historia y mayor fuente de conflicto aún hoy entre la familia libertaria.

La obra de Bolloten, por suerte, está siendo cada vez más integrada en la bibliografía sobre la guerra de cualquier ámbito, al fin ya es inexcusable tras décadas en la sombra, injustamente calificada de filo franquista por aquellos cuya 'historia particular' se veía claramente comprometida con su arrollador despliegue de datos, visión por cierto totalmente sesgada: pocos autores han dedicado una vida al estudio de la obra del gobierno de la segunda República, pero esto parecía importar poco a los autores universitarios marxistas (aunque sólo lo sean en el ámbito metodológico) Pero el inmenso trabajo de Bolloten no es sólo pirotécnia documental: vivió el estallido del conflicto mientras trabajaba como corresponsal de Associated Press y fue testigo de aquel julio en la Barcelona revolucionaria, lo que le aporta un plus de verosimilitud a su incansable lucha vital por desarrollar más y más su libro que pasó de 400 páginas a casi 1.300 en la última edición de 2015, con una ampliación bibliográfica que la convierte en la más completa sobre el tema: 76 páginas con unos 600 libros, documentos y entrevistas. El gran engaño llegó a España por primera vez en 1964 en una edición que el falangista Luis de Caralt retradujó y manipuló al gusto del Movimiento, lo prologó de modo insulso y retorcido Manuel Fraga, a punto de ser nominado como ministro de Información y fue usado (como lo fueron las memorias de Adolfo Bueso, Olaya Morales o Abad de Santillán) como ariete moral en los embites contra el PCE (ávido de entrar en las instituciones) en unos momentos en que el régimen hacía aguas por doquier. Aunque tampoco podemos obviar que en la cúpula de aquél partido se encontraban algunos de los principales objetivos de los dardos bollotianos como Dolores Ibarruri y Santiago Carrillo, dirigentes del PCE y JSU en aquellos años, por tanto cómplices de toda la política seguidista, represiva y antirrevolucionaria que se llevó a cabo.
Tras las acciones legales emprendidaspor el representante de Bolloten, Caralt retiró el prólogo aunque el daño estaba hecho y en plena psicosis de la guerra fría aquella portada sensacionalista pasó a formar parte del imaginario común del españolito catequizado medio.
El gran engaño fue su meta, siguió trabajando en él toda su vida, acumulando una correspondencia impresionante con los principales personajes, de Tarradellas a García Oliver pasando por el general Miaja y conocido como el 'Cuestionario Bolloten', tal vez el documento más recurrente para cualquier estudioso. Hoy, cerca de un millón de microfilms, libros, revistas, folletos y cajas de documentos alimentan la Hoover Institution de Stanford. Y no hay un sólo texto reseñable actual que no lo incluya en su apéndice bibliográfico.

La aventura de Borkenau es muy diferente aunque sus clarividentes dotes investigadoras anticipan la catástrofe ya en 1936 y no me refiero a perder la guerra sino la unidad antifascista. Supo ver que los comunistas no estaban cumpliendo con su papel de vanguardia y referente obrero, sino que aliándose con la burguesía y los pequeños propietarios, se dedicó concienzudamente a destruir la obra colectizadora y demás logros libertarios. Más allá de esta imprescindible admonición alcanzó a atisbar una idea que sólo ahora está calando entre las nuevas hornadas de investigadores particularmente en Cataluña, escribió que "existe un actor mucho más importante que cualquier líder de las facciones; el pueblo español [...]", lo que se puede traducir en la práctica por el estudio de la historia desde abajo, el método más digno del oficio ya que conjuga la memoria oral con la técnica universitaria.
Borkenau llegó a España pensando en una lucha de la derecha contra la izquierda, su capacidad de observación le confirmó que arrastraba taras de su educación europea, vio que la guerra española no se parecía nada a la idea de "guerra" que le habían inculcado, comprendió que, a diferencia del resto de Europa, los partidos políticos españoles no tenían equivalentes fuera, que éste era un conflicto atípico, observó cómo la tramoya-motor tras la situación española no tenía nada que ver con Europa. Rompió con el estereotipo clásico del periodista extranjero y, como Orwell, supo amoldarse a las características del país y apreciar desde otro ángulo el desarrollo de los acontecimientos.
En el prólogo a la primera edición escribió "Naturalmente que desde el punto de vista militar habrá un vencedor y, finalmente, un vencido, pero desde el prisma político, todos sin excepció serán derrotados"

Quiero destacar su extraordinaria valoración de la eclosión revolucionaria y en eso los cuatro son testigos de excepción, con una aguda e insobornable capacidad de análisis y cuya empatía con aquel pueblo libre, sin gobierno y dueño de la calle proporciona un ángulo diferente de el oficialismo académico que durante décadas se dedicó a estudiar sólamente las intrarelacciones del poder político o militar e incluso algunos con especial empeño en poner al gobierno leal en la misma balanza que al bando de militares sublevados teledirigidos por el pujante fascismo foráneo, el caciquismo patrio y la santa madre iglesia, como hicieron (y hacen) los Gabriel Jackson o Stanley G. Payne, este último actualmente en las FAES de Aznar, a propósito.

martes, 20 de diciembre de 2016

Miscelánea de julio del '36

En julio de 1936 se consolidó la hegemonía de las tendencias anarcosindicalistas en Cataluña, la atomización del poder se convirtió en santo y seña de la situación, una prueba de lo frágil de la unión antifascista del endeble Frente Popular.
En Madrid, aún capital física del país, se sucedían las filibusterías políticas, volaban los cuchillos dialécticos (que siempre acababan clavados en los corazones proletarios), los cambios y estrategias ministeriales se sucedían, en medio de una inacción pasmosa, ante la mirada expectante de toda Europa, aterrada ante la idea de la extensión del conflicto a todo el continente. De remate Manuel Azaña se autoexiliaba en Barcelona (sin duda para tener la frontera más cerca…), desde donde se dedicó a la escritura dejando sus deberes políticos en manos de sus ministros, ministrables y palmeros que esperaban su turno para hacerse con la poltrona.
La situación política se convirtió en una mera fachada de formalidad institucional ante las potencias extranjeras, sin embargo desde las sombras de la misma República se estaba fraguando un elaborado plan para hacerse con el país a todos los niveles; el envenenado ambiente entre los ministros ‘antifascistas’, pignorado o celebrado con coplas y caricaturas por los diarios de oposición, eran la simiente de lo que sucedió después. Prieto lanzaba frases demoledoras sobre Azaña; cuenta Hidalgo de Cisneros en sus ‘peculiares’ memorias (1) cómo éste le calificó de “putilla llorona histérica”… mientras tanto Largo Caballero, iluminado por sus recientes lecturas de Karl Marx durante su estancia en la cárcel y aupado al título de “Lenin español” por quienes después lo defenestrarían, daba un paso al frente y creaba un insólito gabinete con dos ministros de la FAI; Juan García Oliver y Federica Montseny y Juan López y Juan Peiró por la CNT entre la aquiescencia del Comité central y la incredulidad del purismo y buena parte de la militancia, rompiendo así con una tradición antiestatista de 70 años, gracias a los esfuerzos denodados y labor de zapa de Horacio Prieto (2), auténtica ‘fábrica de burócratas libertarios’, como le definió magistralmente Bolloten.
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Por otro lado, y esto es vital para entender el desarrollo de la guerra, Largo Caballero dio entrada a Jesús Hernández y Vicente Uribe en nombre del PCE, ambos protagonistas en carne del desmoronamiento del Frente Popular, años más tarde el primero confirmaría acerca de su entrada en el gobierno “el comité central [Moscú] nos instó a entrar para forzar los antagonismos entre los poderosos cenetistas, con el fin de arrimar el ascua a nuestra sardina; nos apoyábamos en éste para luchar contra aquél, mañana cambiábamos los papeles dando el apoyo a la inversa […] y hoy, mañana y siempre empujamos a unos contra otros para tratar de que se destrozaran entre sí” (3). Pero para hablar de ese tercer pie de la guerra, el seguidismo de políticas pergeñadas para el beneficio de unas siglas u otro país, es necesario incidir en la anécdota más que en el tan manido plano general. Y, desde el punto de vista de la historiografía ‘oficial’, la anécdota parece ser lo relacionado con la CNT.
Soy firme partidario de dejar constancia, antes de cualquier inicio de relato de los hechos, que en absoluto podemos ni debemos hablar de una guerra “civil”; cuando un bando cuenta con la plana mayor del ejército, el apoyo incondicional de los grandes terratenientes y caciques, de la burguesía y del clero, mientras en el otro se encuentra un gobierno noqueado y comatoso junto a un pueblo secularmente castigado, maltratado y hastiado hasta la médula, podemos hablar con toda justicia, derecho y propiedad de Guerra Social e incluso Revolución con mayúsculas, sin riesgo de cometer panfletismo o propaganda.
La bibliografía sobre el tema hasta bien entrado el siglo XXI está plagada de errores básicos (fechas, nombres, lugares, etcétera), por desidia y adrede en muchos casos por interés personal; otros metodológicos que bordean la ‘ficción literaria’, creados ad hoc, tratando de minimizar, obviar e incluso negar lo que realmente sucedió aquellas jornadas. La épica y la hagiografía fácil también ha hecho mella en esta historia de lucha barrio a barrio, de increíble solidaridad y de barricadas; García Oliver, uno de los “líderes” cenetistas más activos (tanto en los palcos como en las calles), había ascendido a los altares libertarios, gracias a su poderosa presencia durante aquel ‘corto verano de la anarquía’ en que tantos mitos nacieron  para el obrerismo español; pero su verdadera contribución en la victoria de julio venía de mucho antes, de su famosa ‘Gimnasia revolucionaria’, tantas veces acusada de germen soterrado de la guerra por los republicanos, o de inutilidad palmaria por el sector más moderado y los ‘treintistas’, fue lo que salvó Barcelona y Cataluña durante el alzamiento e incluso después; esa efervescencia revolucionaria tuvo su misión más allá del 19 de julio; a pesar del desbarajuste de los milicianos por su nula instrucción, la carencia de armas por la negativa gubernamental a armar a los obreros (cuando no se entregaron inútiles, obsoletas o descerrajadas), consiguió acorralar a las tropas en sus cuarteles y, en un continuo y arrollador despliegue de orgullo más que de cabeza, llegaron a someter las tropas de Goded e incluso realizar a un histórico y generoso acuerdo con la Generalitat de Companys, mediante el cual renunciaban a tomar el poder que, de facto, tenían ya, demostrando como mínimo una hábil capacidad de hombres de Estado, curiosamente en unos anarquistas.
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Volviendo a Azaña, que antes de las elecciones había exclamado aquello de “no sé si temo más la derrota que la victoria” y cuyo ejercicio comenzada la contienda se relegó al papel de escritor y cronista de palacio y alcurnia, desde el principio mostró un desdén hacia la guerra y todo lo que ésta significaba de violencia y cambio social, ‘gran presidente para la paz…’, se decía, lo malo es que España estaba en el ojo del huracán del teatro de operaciones del fascismo mundial, ya antes de las elecciones del ’36 dejó claro su papel diletante y enemigo de todo aquello que oliese a turbas enfurecidas y organizadas… esta indolencia perjudicó de modo incalculable el desarrollo ulterior del conflicto. La prueba fue que allí donde triunfó el golpe militar se debió más a la imperdonable inocencia de los mandatarios, mayoritariamente socialistas y republicanos, cuya confianza en unos mandos ya sublevados rozaba lo insólito, que de la propia acción de unas tropas de regulares y quintos ebrios de fanatismo, entre los que había muchos que creían estar defendiendo a la República frente a las ‘hordas comunistas’; en un pasaje de su extraordinario libro sobre su estancia en España en esos días, George Orwell (4) recrea una escena de guerra en que en ambas trincheras ondeaba la bandera tricolor; tengamos en cuenta la época, el extendido analfabetismo, la catequización dentro del ejército y que una parte enorme de este consistía en quintos reclamados desde cualquier punto de la península y podremos hacernos de una idea de quiénes eran el grueso del ‘enemigo’; una prueba irrefutable es el número de desertores de uno y otro bando, la comparación es tan sintomática que los mismos mandos fascistas dedicaron una gran parte de sus esfuerzos en una labor de propaganda y proselitismo sin precedentes, lección aprendida de Goebbels, auténtico maestro de la publicidad cuya cátedra sigue asentada hoy en la política actual, de ahí que considere inexcusable el conocer los hechos eclipsados por la historia para evitar caer en esos errores en la sociedad actual, plagada de paralelismos con aquella...
Azaña, Largo y Negrín serán apeados pues de esta historia nada oficial, su sitio y honores serán para los verdaderos amos de la calle aquellos días; el anónimo proletariado en armas.
El 20 de julio se inició una de las más grandes epopeyas surgidas desde el corazón del pueblo en la Europa del siglo XX, todo un país quedó descabezado y sin gobierno por primera vez pero, al tiempo, se marcaba su destino, su fin… aunque justamente en lo inevitable de su caída, en su propia imposibilidad de ser reside la belleza de las utopías.
Los libertarios han perdido ya dos guerras; una contra el fascismo y otra contra la Historia, tratemos de que ganen al menos la del recuerdo.
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(Continuará)

Más info en: serhistorico.net
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Para ampliar información

Artículo de Chris Ealham en Diagonal  Contar bien la Revolución de Barcelona

Citas

1- Cisneros, Hidalgo de. Cambio de rumbo. Madrid 1996
2- Lorenzo, César M. Los anarquistas españoles y el poder (1868-1969) París 1970 Ruedo Ibérico [El autor era hijo de Horacio Prieto]
3– Hernández, J. Yo fui un ministro de Stalin. México 1953
4- Orwell, G. Homenaje a Catalunya. Madrid 2011

jueves, 1 de diciembre de 2016

MÜNTZENBERG, EL FACTOTUM

Por entre las grietas de este barranco de asco, polvo y huesos que es la historia pululan personajes, no ya secundarios, algunos totalmente fuera de encuadre a pesar de copar buena parte del peso del guión.
Willi Müntzenberg es uno de los personajes esenciales de nuestra guerra y podría pasar por ser el más ignorado en su relación con ella, a pesar de su importante influjo.

Alemán, hijo de proletarios y con una consistente educación fundó en 1919 el Partido comunista alemán, el mismo año que se creó la Komintern (IC) con la finalidad de exportar la Revolución rusa mediante la creación, formación y sustento de los partidos satélite en cada país.
Fue Trotsky quien se fijó en las habilidades de Willi y vio las posibilidades para el objetivo de la IC en su idea de seducir a los simpatizantes no-comunistas y especialmente los líderes culturales, creó así un innovador tipo de organización política: el frente disfrazado y encontró a un nuevo y numeroso aliado para la causa revolucionaria : el pequeño burgués liberal necesitado de estabilidad social en una época tremendamente convulsa, sobre todo en Europa.

Müntzenberg comprendió que debían evitar parecer puramente comunistas para no poner en riesgo la preciada captación de aquellos intelectuales que se jactaban de su independencia ideológica ya que, justo eso, les otorgaba la potestad necesaria para influir en la opinión pública o, directamente, crearla.

El éxito fué inmediato, las tendencias filo- (y cripto) comunistas se propagaron por todo el globo; dos botones de muestra: sólo en Japón controlaba cerca de 20 publicaciones y en Alemania, sus tiradas eran colosales; el Arbeiter Illustrierte Zeitung llegó en el '29 al millón de ejemplares, siendo la alternativa de izquierdas a Life.
El trust de Müntzenberg se ocupó también de financiar el cine y teatro ruso, introduciendo en occidente a Einsestein o Podorkin.

De repente el imperio de Willi se convirtió en la mayor agencia agit-prop del mundo, creo la Ayuda Internacional Obrera, de proporciones gigantescas, gestionando un número inmenso de partidos comunistas en todo el globo, miles de escritores, médicos, abogados, pintores o periodistas se entregaron a la misión de hacer de altavoces 'revolucionarios', tamizando y dulcificando las consignas de Stalin.

En la turbulenta España de los años veinte hubo una tímida pero paulatina penetración de su influencia entre los intelectuales españoles, se crearon sucursales como La Asociación de Amigos de Rusia que trabajó con profusión en granjearse simpatías de esos creadores de opinión como Valle-Inclán, Marañón o Unamuno, inútilmente pero con muchas ínfulas.

La década siguiente fué la más fructífera para el trust Müntzenberg; la guerra de España fue su tabla de salvación. Tras el 36° congreso del PCC, en el que se procesó y ejecutó a varios héroes del lenninismo, entre ellos muchos de los retornados colaboradores de Willi aquí, no se sabe exactamente cómo pero se zafó del gulag y, en una jugada magistral, consiguió convencer a Stalin de que para implantar su política aquí era imprescindible su conglomerado propagandístico. Aunque ya se había optado por apoyar la República, se decidió que esta ayuda no sería nada ostentosa; se necesitaban dinero, armas y hombres pero Stalin no concedió crédito, las armas se pagarían por adelantado, en cuanto a los hombres, no habría tropas sino técnicos, especialistas y comisarios políticos.

Müntzenberg tuvo la visión necesaria para realizar la gigantesca operación de conseguir que un Partido Comunista con graves escisiones y casi inexistente años antes (*) se convirtiese tras el conflicto y ante la Historia, en el gran (y según quién "único") luchador por la libertad.


Cuentan Koestler Kolstov en sus memorias de esos días cómo les exigían mayor crudeza en sus crónicas, que describiesen las matanzas fascistas exagerando su crueldad y violencia para concienciar y amedrentar a los lectores de las potencias, que ocultasen y negasen la existencia de una Revolución Social en buena parte del territorio leal por el puro interés de Moscú...

Creó, en fin, una inmensa farsa-cortina (ese Gran Engaño bollotiano) sobre la guerra, sus causas, sus gentes... la gran captación de "inocentes" para la causa del estalinismo hunde sus raices en la obra de este factotum del comunismo.



* Si sería así que Primo de Rivera ni se molestó en ilegalizarlo.

📚
No aporto la bibliografía de costumbre por una razon; la lista sería interminable, este post ha sido reescrito sobre un manuscrito de hace casi 5 años fruto de trabajo sobre multitud de textos de todo pelaje.


No obstante véase:

-Mañá, García, Monferrer y Esteve, "La voz de los náufragos. La narrativa republicana (1936-39)" Eds. la Torre 1999
-Koch, S. "El fin de la inocencia. Willi Müntzenberg y la seducción de intelectuales" Tusquets 1997 

...y las citadas memorias de Arthur Koestler y  Mijail Kolstov